¿Le parece a usted que vive peor que como vivieron sus padres? Muchos creen que sí.
Más y más personas en el mundo desarrollado empiezan a creer que, efectivamente, hoy se vive peor que antes. No es que el ingreso per cápita sea inferior al que se tenía hace apenas algunos años, sino que hoy la vida es más dura, hay más incertidumbre y además ha perdido calidad.
Uno de los conflictos más graves en el mundo desarrollado tiene que ver con las expectativas de ingreso al retirarse. Este fin de semana cerca de 3 millones de personas salieron a la calla en Francia para protestar por el aumento en la edad mínima para jubilarse, que pasaría de 60 a 62 años si este miércoles el Senado francés vota la reforma al sistema de pensiones.
Desde México, ese cambio parecería ridículo para la mayoría de la población que no tiene ningún sistema que le proteja en el retiro. Los jubilados de los sistemas públicos en el País, aunque crecen frecuentemente y ejercen una tremenda presión sobre las finanzas públicas representan una fracción muy pequeña de las 45 millones de personas que forman la población económicamente activa.
Quizá haya cerca de 20 millones que tengan alguna cobertura para el retiro, pero el 55 por ciento de la población no tiene ninguna. Como en Francia, en otros países de Europa y aun en Estados Unidos, se están enfrentando con la realidad de quemas personas tendrán que trabajar más y más años para poder tener una pensión. Por eso consideran que la expectativa es vivir peor que la generación anterior, que pudo retirarse en mejores condiciones que la generación que hoy está en su vida productiva.
En México, hay que distinguir entre los jubilados de algunos sistemas públicos, como los del propio IMSS o los del ISSSTE, que lograron retirarse a una edad relativamente temprana, con un porcentaje elevado de su último salario si no es que todo. O más aun, los privilegiados jubilados de la banca de desarrollo o del Banco de México.
Hay que distinguir entre ese grupo y los muchos jubilados del sector privado o, más aun, de los millones que nunca tuvieron una cobertura social. Para ellos, su “Afore” fueron las redes familiares. El hijo el nieto que se hacía cargo de los mayores por haber tenido más suerte que los demás.
Ese esquema funcionaba cuando las familias eran de 5 o más hijos. Pero, en la actualidad, cuando no hay uno o dos, las cosas no van a ser así. A diferencia de los franceses, a los que les parece aborrecible trabajar a los 61 años, en México es muy probable que en el curso de las siguientes dos o tres décadas veamos a muchas personas de más de 70 años como parte de la fuerza laboral activa, simplemente porque no tienen ningún ingreso que los sustente.
Respondiendo a la pregunta con la que comenzamos esta columna, desde el punto de vista del PIB per cápita, con todo y las crisis, sin duda tenemos en México un ingreso mayor que el que tenían nuestros padres. Pero si atendemos a la perspectiva, lo más probable es que hacia el futuro, con todo y las Afores, muchas personas tengan un retiro mucho más difícil que el que tuvieron sus padres.
Es muy temprano para hablar de la suerte que correrán nuestros hijos y nietos, pero no cabe duda que la vida se ve más dura para las siguientes generaciones.
Apunte de Enrique Quintana.
