¿De qué moriremos?

Finanzas personales y públicas quebradas puede ser el cuadro dentro de unos años si no actuamos de modo inmediato. La esperanza de vida en México es hoy de 76 años en promedio. Sin embargo, si alguien cumplió ya los 50 años, su expectativa promedio es llegar a los 80 años.

Esa es la realidad de muchas personas que están en este momento en el pico de su edad productiva y que requieren planear un futuro que será en promedio de 30 años. Vivimos más que antes y viviremos aún más en el futro. El problema es que no nos hemos preparado para ello.

En un alto porcentaje, no sabemos bien a bien cuánto, vivir más implicará tener más años de una menor calidad de vida, tanto por la pérdida de la salud como por la del ingreso. Ejemplifica este hecho el caso de la diabetes. Se estima que ya hay actualmente en nuestro País 7 millones de diabéticos, y el número de muertes derivado de las complicaciones de la diabetes es de 74 mil al año.

Además se agregan en promedio 477 nuevos enfermos de diabetes al día, es decir, 174 mil al año. Aunque esta cifra podría aumentar, debido a que el 75 por ciento de la población entre 20 y 65 años tiene sobrepeso. De hecho, los estimados indican que el número de diabéticos podría llegar a 15 millones en el 2025.

Actualmente, el costo de atención del enfermo diabético es de alrededor de 4 mil 600 pesos anuales en una etapa en la que no hay complicaciones y se dispara varias veces más cuando estas se presentan. En instituciones de salud pública en México ya se gasta hoy más en la atención de la diabetes que en la compra de medicinas para todas las demás enfermedades.

Súmele al caso dramático de la diabetes padecimientos que se multiplican cuando las personas tienen más de 60, como los cardiovasculares y el cáncer, y tendrá un cuadro de las enfermedades de las que vamos a morir los mexicanos en los siguientes años y que tarde o temprano van a acabar de quebrar a las instituciones públicas de salud.

La mayoría de los mexicanos que andamos en los 50 años ni hemos cuidado nuestra salud ni nuestro bolsillo para tener una razonable calidad de vida en las siguientes tres décadas. Seguimos funcionando como cuando nos moríamos a los 60 de enfermedades infecciosas. No había para que ahorrar para vivir hasta los 80, ni cuidar la salud para seguir productivo hasta una edad avanzada. Además, allí estaban los hijos para hacerse cargo. Ahora ya no.

Y si los mexicanos en lo individual no lo hemos hecho, la sociedad tampoco. Si suma usted los pasivos derivados de las pensiones que está obligado a pagar el sector público, sea federal o estatal, con los recursos necesarios para que el sistema de salud atienda en los siguientes 15 años a los enfermos pensionados, obtendrá una cifra de cientos de miles de millones de dólares.

No habrá finanzas, por más sólidas que sean, que aguanten este impacto. Se requiere una reforma que inevitablemente tendrá mayores costos fiscales y que tendrá  que realizarse en algún momento muy próximo. Pero también a escala individual, según el momento de la vida de cada uno, será indispensable prepararse para tener una mejor salud y más ahorro, y vivir, y también morir, después de gozar de más años de una buena calidad de vida.

A nivel social, si corremos la película 20 años adelante, sin haber hecho cambios relevantes, nos encontramos con una crisis social como no la imaginamos, con instituciones públicas de salud en la ruina, y con millones de personas de más de 65 años enfermas, sin atención y sin ingresos, muriendo lentamente en la soledad y el abandono.

apunte Enrique Quintana

mujer enferma

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